Si un día una ola salta el espigón y su blanca espuma acaricia tus pies, sabrás
que son besos furtivos que escaparon de mis labios y arrastrados por la
corriente cruzaron el océano en busca de tu piel bronceada.
Ahora que te he encontrado soy prisionero de tu amor. El fuego de tus
ojos guiará como un faro mi camino y al atardecer, cuando duerma la ciudad y los
mortecinos rayos de sol nos sonrían desde el horizonte, acudiré a tu encuentro atravesando
el Río con los brazos abiertos y juntos nos iremos en libertad navegando en
busca de un lugar donde nuestro amor sea posible, donde no seamos solamente
estatuas.
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